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Camina tranquila por la calle, como todos los demás. Cumple sus compromisos y tareas diarias como todos los demás. Se levanta, se ducha, toma desayuno y se va en las mañanas de su casa, como todos. Al regresar, cansada como todos, se acuesta a ver los mismos programas de televisión que el resto de la gente. Pero ella sabe que algo la separa. Algo, aparte de su vida miserable, de su corazón destruido, de lo patética que es, de lo obsesionada y enamorada que esta. Algo aparte de eso y quizás mucho más insignificante que eso la separa del mundo.
Acostada en su cama, miró por la ventana al cielo oscuro, y pensó que en ese año nuevo mientras estallaran los fuegos artificales con mil colores, y la gente pidiera un buen año, salud, amor, y sobre todo dinero, ella estaría pidiendo, implorando, una cosa tan simple como una llamada telefónica.
Eso, eso la separa día a día, de la gente en la calle, en el metro, en el mundo. Ella se acuesta todas las noches, rogando por una llamada telefónica, y cada día con más fuerza, porque cada día esta más segura de que esa llamada no llegará
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Esencia del retorno
Hace 8 meses
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