domingo, 5 de agosto de 2012

. Nauseas .

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Escribió rápido, pero inmediatamente sintió algo extraño, como cuando uno va muy atrasado a un compromiso muy importante. Si, era una piedra roja de cuatro cámaras en su estómago.
Cuando con sus ojos vio esos ojos dibujados en sus manos, esa boca entreabierta, y aquél pelo un poco más largo pero aún igual como lo recordaba; entonces fue cuando sintió como subía la piedra roja por su pecho, hasta llegar a su garganta.
Observó un poco el contexto de todo, leyó su nombre en la parte superior de la hoja transparente, decidió regresar, justo para aguantar su corazón en su garganta, detener su avance y que este regresara a su lugar, dejando esa sensación nauseabunda, de querer botar más que bilis por la boca.

Fue todo muy extraño, pero lo más horrible fue darse cuenta que a pesar del tiempo, no había llovido lágrimas de fénix por esos lugares, y que aun no estaba preparado para regresar allí, un lugar tan acogedor pero desconocido y desértico.

Dios.

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