domingo, 6 de febrero de 2011

. Penelope

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Eran pasado las once de una noche de verano inusualmente calurosa, y el telefono sonó rompiendo el silencio que había en el dormitorio. Estiró un brazo y con su mano descolgó el auricular, llevandoselo a la oreja.

-Aló? - su voz sonó áspera debido a que la habían despertado.

-Aló? Penelope?

Fue solo un momento, en que ella permaneció en silencio y sus pupilas dilatas, con la boca entreabierta; la impresión se marcó en su semblante pálido y huesudo. Luego, en menos de un segundo su rostro pasó a no tener expresión alguna, salvo su ojos, que reflejaban dolor.

-Hijo de puta - fue una voz tranquila y monocorde la que soltó esas palabras.

Colgó el auricular sin hacer mayor ruido, se volvió a acostar con la mirada fija en el telefono, y sintió como un brazo pasaba por encima de su cuerpo, para apoyar una mano en su abultado vientre, del que en unas pocas semanas saldría su primogénito. Su marido hizo un murmullo, como tratando de articular una palabra mientras dormía, y ella seguía con la mirada fija en el telefono, pensando en la llamada que acababa de recibir, tres años después de lo esperado, mientras una lágrima rodaba por su mejilla silenciosamente.


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