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Los días de sol casi primaveral que se adelantan en el tiempo, me han dado un poco de frescura y me hacen revivir la sensación de esperanza que me embarga desde hace un tiempo. Me siento un poco más jovial y bastante menos triste que en la cotidaneidad de la ciudad gris. Creo que es porque vienen cosas buenas, o al menos eso quiero creer.
Es un poco cómico cuando uno va pisando tan cautelosamente los terrenos, sin querer arruinar el camino que se está construyendo, sin ir ni muy rápido, ni muy lento, sin construir el mismo camino que ya se construyó una vez (y no funcionó), sin desgastar las palabras ni presionar el ritmo. Es cómico porque se siente en mi aire, en mi sonrisa y en mis ojos.
Creo que hoy por hoy, soy la esperanza hecha persona.
Es bueno, porque a pesar de que la esperanza no da certezas (tan necesarias para mi), da un bienestar armónico.
Es bueno, buen pronóstico.
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