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Eramos nada y dormías en mi pecho.
Eramos nada y jugaba con tu pelo.
Eramos nada y te abrazaba como si se me fuese la vida.
Somos nada, y lo parecíamos todo.
Acostados, viendo una película un sábado por la noche, en tu cama estilo europeo.
Eres veneno y me acerco porque soy suicida.
Porque en ese instante, lo parecíamos todo y era la escena perfecta de la película que nosotros mismos protagonizamos.
Matamos la inocencia y me diste veneno. Erramos en un encaje casi perfecto.
Los bombones con licor acabaron desparramados en el suelo, y entre el sueño y el deseo, la respiración se vuelve circunstancial.
Todo por un impulso, por salir de la racionalidad, por ser un poco distinto. Todo nos llevó hasta ese momento de tranquilidad.
Y podíamos morir, sin notarlo siquiera.
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Esencia del retorno
Hace 8 meses